21 de diciembre de 2014

15 de Noviembre





 

Había pensado que ya te habías olvidado de mí, masticaba tus sinsabores y tus glorias para mí. El 15 de noviembre ya tenías una identidad, me educaste a temprana edad y yo sabía de felicidad.

Me mostraste hace 19 años un camino que ya no tenía marcha atrás, me transformaste en un hombre y me pediste probidad.

Tú, 15 de noviembre, que cada año que me visitabas, con el tiempo y nuestros encuentros, aprendí cómo era vivir en soledad.

Te encargaste con los años de enseñarme lo que era el olvido, conjugado con indiferencia. Detrás de cada día, ya era mi andar. Pero me diste una revancha y volviste a llegar, pero esta vez con gloria y majestad.

Terminé en tu día una meta de vida, que no olvidaré, por la cual luché casi una década y lo logré. Ese fue el último encuentro que tuvimos y era ese sabor que me dejaste, reemplazaste los recuerdos de soledad por un nuevo recuerdo de felicidad.

Pensé que te habías olvidado y que ese día hace 8 años había sido tu despedida, pero no. Este 15 de noviembre, este último 15 de noviembre, me has mostrado la indiferencia, la indignidad y la humanidad en su más puro estado. Parece que no era suficiente con haberte reivindicado.

En tu último 15 de noviembre, muy cerca de un puerto, en una penumbra absoluta y con aromas urdidos, idénticos ambos a lo que habita en la boca de un muerto, construiste en mis ojos un recuerdo negro. No tuviste piedad y usaste de tinte la misma oscuridad que ella adornó ese mismo día con sus quejidos...


                                                                                                                                               JPabloc