Sus ojos son dos lagos de nostalgia,
reflejando el peso de mil historias perdidas,
sus labios, pétalos de rosa marchita,
que esconden susurros de la noche prohibida.
Ella camina entre brumas y neblinas,
presencia como susurro en el viento,
sus pasos, eco en los callejones vacíos,
y su figura se desvanece como un sueño incierto.
Su piel es un lienzo de pintor nocturno,
donde se entretejen sombras y destellos de luna,
su cabello, enredado como enredadera,
se esconde el secreto de la vida y la fortuna.
Hembra que despierta suspiros y susurros,
una criatura de la noche y el misterio,
su belleza enigma que desgarra el alma,
un suspiro perdido con el viento de invierno.
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