Repentinamente se cruzan destinos,
al igual que un café olvidado por el reloj,
donde los suspiros son divinos,
y los corazones laten en arco.
No hay espacio para el lamento,
solo eco de un sentimiento puro,
que surge del encuentro, sin tormento,
en el universo de lo fugaz y seguro.
Así el misterio de los amores,
que brotan de esquina menos esperada,
un destello de luz entre flores,
en el instante que abrazan la mirada.
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